Hispanidad: ¿pasado o presente? Y...¿futuro?
Hay una leyenda negra detrás de la conquista de América por España. ¿Esta historia es cierta? ¿Hay algo que no quieren decirnos? Incluso aunque sean hechos evidentes.
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Educación y salud
El 12 de octubre recordamos, pero deberíamos festejar ¿no crees?, el Día de la Hispanidad, la llegada de Colón a América y el inicio del encuentro, la conquista y la mayor obra civilizatoria de la historia. Las primeras universidades en ‘territorio de ultramar’ datan de 1551: la Universidad de México y san Marcos, en Lima (Perú). Desde entonces hasta 1812 España creó 27 universidades. Nada que ver con Francia que creó su primera universidad en territorio americano… ¡en 1982!
España también regó de escuelas las tierras americanas. En la nueva España había 1104 escuelas de primeras letras en pueblos indígenas. No sólo enseñaron español, sino que aprendieron las lenguas autóctonas y las codificaron por escrito. Gracias a esa labor todavía hoy se habla en náhuatl, el quechua y el guaraní.
Lo mismo podemos decir de los hospitales. El primero se creó al poco de arribar a las costas americanas, en 1503 en Santo Domingo, el hospital de San Nicolás de Bari. En México, el Hospital de Jesús de Ciudad de México se fundó en 1524. En total, entre hospitales y centros de asistencia social el historiador Francisco Guerra ha documentado 1196 instituciones en Hispanoamérica y Filipinas entre 1492 y 1898. ¡Casi nada!
La llegada de la Fe
Y lo más importante: la evangelización. Miles de misioneros ‘cruzaron el charco’ para llevar a los territorios de ultramar lo más valioso: la fe en un Salvador que ofreció su vida en rescate por todos regalándonos la Esperanza. Todavía en los años 60’s del siglo XX, el Papa Pablo VI hizo un llamado a los sacerdotes españoles para que apoyaran la evangelización en Hispanoamérica. Tres mil clérigos hicieron las maletas para dar lo mejor de sí mismos. Muchos nunca regresaron y fueron enterrados en su tierra de adopción.
De madre a madrastra pero…
Es verdad que la madre patria parece haberse convertido en una madrastra: ejemplo de destrucción del matrimonio y la familia y de la falta de respeto por la vida. Acomodada, egoísta y acobardada.
Pero hay una España eterna que todavía vive hoy. Habrá quien piense que todo esto no son sino nostalgias históricas. No es cierto. Aquellas semillas siguen dando fruto hoy en día. La comunidad hispana en España ronda los cuatro millones de habitantes, uno de ellos en Madrid. En paralelo, la comunidad española en Hispanoamérica es de casi un millón y medio. La sangre está cruzada. Quizás más que nunca.
¿Sólo sangre y lengua?
No es sólo la sangre y la lengua. Las cumbres iberoamericanas han servido para acercar lazos de colaboración concreta: reconocimiento cruzado de cotizaciones a la Seguridad Social, reconocimiento de títulos universitarios, redes científicas compartidas, colaboración policial y judicial, etc.
Es verdad que España ha tenido un ‘perfil bajo’ en relación a Hispanoamérica. Quizás por complejo histórico tras la ruptura de las independencias y la leyenda negra británica; tal vez por su apuesta europea o por su voluntad de abandonar la mentalidad ‘imperial’ y de cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid…
Quizás el estrechamiento del mundo, la cercanía propiciada por las comunicaciones y el actual cruce de poblaciones propicie otro enfoque más ambicioso. Espiritualmente, la Iglesia católica reza en español. Tras el Papa Francisco, León XIV no es hispanoparlante de lengua madre, pero sí de adopción.
El español y lo hispano en EEUU gana cada día más fuerza e influencia económica y política. El secretario de Estado, Marco Rubio es cubano de nacimiento. El canciller de la mayor potencia mundial piensa y sueña en español.
Por eso creo que podemos ser más ambiciosos en propiciar una comunidad de 500 millones de habitantes que compartimos el respeto por la vida, la familia como eje civilizatorio, la alegría como forma de vivir, la fe en Cristo como fundamento de todo y la mirada trascendente que nos permite vivir en este mundo casi como expatriados de la ‘Civitas Dei’. Es lo que explica ‘más pálpito que cálculo’ y el espíritu de caballero cristiano de la Hispanidad.
Podemos aspirar a construir una comunidad frente al utilitarismo anglosajón o el eficientísimo chino. Una comunidad hispana alegre y colorida frente al aburrido y gris Viejo Continente. Un pueblo civilizado frente a una África por hacer.
El futuro que debemos crear
Ese es el reto que tenemos por delante. Sacudirnos la leyenda negra anglosajona que pretende acomplejarnos para recuperar la comunidad que un día fuimos y que podemos volver a ser. Grande, potente, responsable, misericordiosa, alegre y profundamente cristiana.
Esa es la misión que tenemos por delante. Así que desde aquí alzo mi copa para celebrar contigo: